sábado, 27 de febrero de 2010

En busca del tiempo perdido

Me gustaría, de ser posible… ¡QUE MIS EX NOVIOS ME DEVUELVAN LAS HORAS PERDIDAS! Las que perdí viendo películas, ésas que me prometieron que no sólo me iban a fascinar sino que iban a cambiar mi vida. De más está decir que el único cambio en mi vida fue tener alrededor de 100 minutos menos de la misma. A cinco películas por ex novio (tampoco soy tan buena), estamos hablando de 500 minutos (y no estoy sumando las 200 horas extra de Odisea 2001). Con cinco ex novios, son 2500 minutos -casi dos días- y, encima, ahora está de moda que las películas duren más de dos horas (no entiendo por qué). Así que, en total, me estarían debiendo un fin de semana. Lo quiero para noviembre, cuando ya no quedan feriados. Gracias.

Tuve de todo: un obsesionado con las películas de drogas y The Twilight Zone -o algo que se le parecía sospechosamente. Otro que a mis once años me puso Star Wars, la trilogía completa y así me la dormí. Otro que estaba convencido de que, como diseñador gráfico, tenía que ver todo lo que saliera de animación (¿y yo también?); otro fanático de los zombies…………………… emmm, una película donde los humanos están atrincherados en el “centro comercial” y los zombies los persiguen para comerles los sesos NO tiene trama!! Loco, ¿quién compró ese “guión”? Otro estaba seguro de que Jackass me iba a dar tanta risa como a él…. Me agarró de más grande… la saqué a los diez minutos.
Por último, juro, con la mano en la Biblia (esa no, la otra, la de neón), que jamás sometí a ningún novio ni gentleman caller a una chick flick contra su voluntad. Para eso tengo amigas, gracias. Tampoco a un capítulo de Sex & The City, ni nada que se le parezca. Para las series, tengo un sillón especial y la posición perfecta, que no deja lugar para actores invitados. Bueno, si se tratase de Jeff Goldbloom o Alec Baldwin (mis actores invitados preferidos), lo pienso -lo pienso dos veces si me toca el pelo y no habla.

viernes, 26 de febrero de 2010

Él dice, ella dice

A says: Relajá

c says: Odio la gente que dice eso. Nadie nunca se relajó cuando le dijeron que se relaje.

Es empírico, man: ¡NO FUNCIONA!

Estoy triste, me siento sola (cosa que nunca). Mañana va a ser un día horrible; sé un buen chico y, por sobre todas las cosas, no me digas: ¡RELAJÁ!

c says: Decime “todo va a salir bien.”

¿No escuchaste a Bob Marley? Las mujeres queremos que nos digan eso.

A says: no me gusta bob

c says: típico que te gusta “Frankie says relax”

miércoles, 24 de febrero de 2010

Extract from yesterday's email

To: i´ll never tell…

From: Dah, me

Subject: Just Before the War with the Eskimos

Otra cosa más que me pasa con los mails es que los tuyos están re-bien escritos y son muy prolijos; tienen la puntuación perfecta y eso. Los míos, au contraire, son caóticos, desprolijos, desordenados y casi carentes de puntuación. Releí un par y hasta me como palabras -soy “un queso.” Me siento otra vez en quinto grado: vos sos Yasmine Donaldson y yo soy… bueno, yo. Vos tenés el uniforme perfecto, las medias hasta la rodilla, la pollera impoluta, el sweater libre de pelusas, la camisa adentro y ni un pelo fuera de lugar. Yo tengo la camisa afuera (ni siquiera es la camisa del colegio; es una de GAP, que mi mamá jura que es más canchera, pero todavía no lo entiendo e insisto con el escudo y el cuello en v horrible), estoy despeinada y tengo las medias en cualquier lado, la pollera arrugada y algún pin o sticker en el sweater (por mi necesidad de “tunear”/personalizar todo, de la que hablaremos en otra ocasión). Y no está bueno sentirse así, cero onda sentirse así, cero onda quinto grado.

***

De todas maneras, the thing is: mi día -me doy cuenta ahora que lo reveo- fue perfecto. Todo salió muy bien, demasiado bien: el sol me pegaba justo; mi desayuno fue impecable (en el auto, pero impecable: con buena música, sobre Figueroa Alcorta, con auto-felicitación incluida por guardarme el vaso del cine para poder desayunar en el auto, y hacerlo y pensar “qué bien que hice!”). Pasaron más cosas, todo salía bien y era lindo y tranquilo. Almuerzo con Stefy y Martín -mil horas afuera, mucha comida rica preparada teniendo en cuenta mis malcrianzas. Escuchar una conversación muy jugosa de la mesa de al lado (¡anotarla toda y que ni se den cuenta!!!!), mientras esperaba a Stefy que, por primera vez en la vida, llegaba tarde, muy tarde (yo siempre llego tarde y esto me sacó toda esa culpa). El clima estaba perfectísimo. Después, librería, encontrar en medio minuto ESE libro que estaba necesitando, mail de mi jefa reclamando nota de esta semana, pero ni le di bola; llamado de papá hipermolesto, pero idém, y así. Después, leer en la cama, que mi hermana me regale la mejor plancha de stickers known to man, y comida con mi mejor amigo…

En fin, esos días tan perfectos que no deberían existir, que son como publicidades de esa vida perfecta que no tenés, que no vas a tener nunca -porque no existe. Pero están esos días y, si todos fueran así, no entenderías nada y alguien que da un sermón diría: “si todos los días fueran así, no sabrías apreciar los días ASÍ” -y no lo bancaríamos, porque nos torran los sermones.

Además, está la promesa de que mañana no va ser un buen día; va a ser un día engorroso por demás, lleno de cosas que no quiero hacer, que no quiero enfrentar. Mañana será un día que, antes de que ocurra, me gustaría eliminar del calendario -haría lo mismo con la mayor parte del jueves que se avecina, pero mañana va a ser peor. ¿Mañana es mejor? No, Luis Alberto, mañana, justo mañana, es mucho peor.

lunes, 22 de febrero de 2010

Any given Sunday

Ayer fui por última vez a lo de mi papá, a uno de esos asados de domingo que llevan más de diez años en curso. Volví con:

· Mi Mac vieja (“tenéla como plan b”)

· La cabeza un toque quemada, cosa que no es novedad viniendo de ahí.

· Probablemente algún piojo de mis (medias) hermanitas.

· Medio kilo de parfait de naranja en la panza y la resolución de: “dejar de comer como los tres chanchitos, porque no da y se va a empezar a notar, mejor como como un chanchito solo.”

· Corazones de chocolate con ddl, para que el parfait no se sienta solo.

· Los pantalones de cuero más perfectos. Son de la madrastra y ya los había tenido una temporadita, y ahora creo que los tengo para siempre. Ahh son tan lo más que redefinen el concepto de leather pants. Ver para creer. El único temita es que, de momento, me quedan bastante grandes (antes no).

· Un dvd portátil (¿?)

· Planes de: un auto nuevo

· Una caja de vinos: papá me heredó en vida su bodega que tengo que ir mudando de a poco antes de que se la tomen Los Usurpadores (malditos Okupas que se instalan ahí a jugar a las familias)

· Ropa de ski añeja.

· Una carterita de MJ, es decir, otra además de la que llevé puesta. ¡Nueva y brillante! Regalo de la madrastra de su último viaje. La madrastra amenazada de muerte rocks! Big time!

· Ningún sentimiento particular, lo que me llamó bastante la atención.

Había, también, comida especialmente rica y novedosa; por ejemplo blinis, como esos que prepara Francis Mallman en su carpa en el Sur, re ricos, con salmón ahumado y todo, pero sin Francis. No me banco mucho el canal Gourmet pero cuando está Francis lo dejó. Miro a Francis y, como todos los demás televidentes, pienso “Oh! marry me Francis, marry me now and take me to Big Sur with you right away!”. Eso, y se me hace agua la boca y me parece un egoísta Francis por no dejarme probar esos manjares que cocina; un egoísta y un potro Indiana Jones meets Jamie Oliver. Y estás ahí fantaseando con el casamiento con Francis, toda bucólica hasta que… el poema. Uff, cuando viene el poema: “Francis, querido, quiero el divorcio y lo quiero YA! Y tus blinis, adivina qué? No son los mejores que probé!!!”

viernes, 19 de febrero de 2010

F is for flawless

Dado que ni loca les cuento el Plan A (The Masterplan, diría Liam) ni el Plan B, hablemos del Plan F. El Plan F es al que recurrís cuando todos los demás fallan; es la última carta para una vida más o menos digna. Mis planes A, B e incluso el C han cambiado intermitentemente, pero hace ya cinco años que elaboré el Plan F más perfecto y, desde entonces, jamás le cambié ni un detalle.

El Plan F es más o menos así:

Me tiño el pelo de pelirrojo -ese pelirrojo de la tele, medio bordeaux. Vuelvo a tomar clases de teatro, pero no voy a lo de la mina re-copada que iba antes, de donde salían los actorcitos del momento. Esta vez me anoto con el llorón de Julio Chávez, al que siempre le escapé. (Me re-molesta la gente que se hace la seria y solemne cuando habla de Julio Cháez -así lo pronuncian ellos). Para mí, es un melodrámatico terrible. Pero, bueno, ahora me toca con él; es parte del plan. Tomo clases ahí y me presento a audiciones varias para novelas de la tarde. Sabemos que puedo ser una mala muy convincente y, si no pasaron muchos años, también me sale fantástica la Lolita atormentada. Así engancho uno o dos papeles en el prime-time de las tres de la tarde, sólo apto para amas de casa con carilinas a mano. Me luzco a full con mi pelo “caoba” (quién te dice hasta logro que me patrocine una marca de tintura como currito extra).

Mientras tanto, me dedico a conquistar a un médico, atractivo pero bastante mayor que yo -no tan mayor que lo tenga que cuidar, pero mayor que le divierta sentir que se está comiendo una “pendeja” (si estamos en el Plan F, ya no soy tan pendeja, pero Doc cree que sí). Nos queremos lo suficiente; Doc se entusiasma y me pide casamiento; acepto sin dudarlo. Me retiro de la televisión y me convierto en ama de casa perfecta para Doc. Esto dura alrededor de un año. Para nuestro primer aniversario, le pido a Doc un gato persa, que sí o sí tiene que ser blanco. Le pongo Tracy Lord; me encanta la idea de tener un gato persa para que me opaque en maldad y no puede llamarse de otra forma que no sea Tracy Lord, tal vez Wednesday Adams, pero creo que vamos con Tracy. Ahí caigo “enferma” y paso el resto de mis días en cama, enfundada en paquetísimos camisones de seda, acariciando a Tracy. Con la ayuda de dosis diarias de morfina (cortesía de Doc, que, a esta altura, ya se aburrió un poco y quiere hacer su vida), así transcurren mis días finales: en cama, mirando televisión y viendo películas con mi gato peludo, mientras me visitan amigas y ex novios, tomando té, muriendo de a poco (cortesía de la morfina), siempre con música de fondo. Mi lecho de muerte es una nube rosa (también cortesía de la morfina).

miércoles, 17 de febrero de 2010

Alto Voltage

Hay días en los que mi tostadora se revela y en vez de que salte la tostada, me la tira al piso la hija de puta. O si hago una sola tostada y después otra sola, ahí la tira seguro, le re molesta eso.

Igual, la resistencia electrodoméstica la lidera mi tele, que anda solo cuando quiere, de a ratos esporádicos y se ven solo algunos canales, los que le gustan a ella, algunos incluso repetidos. Obvio que su selección no incluye tele basura de la que me gusta ¿lo hará a propósito para que yo tenga una vida? ¿Y si no quiero?

Ah, y la heladera bulímica también se unió a “La Résistance”, convengamos que esta résistance no es ni ahí tan vogue como esa résistance.

P.D.: Pasaron algunos días desde que escribí esto y ayer, mientras comíamos, mi tele murió. Finalmente le llegó el día y nos (me) dejó para siempre. Es triste despedirla, después de tantos buenos momentos que pasamos juntas. ¡Hasta tenía calculadora! Creo que nunca vi otra tele que supiera hacer cuentas. Ojalá reencarne en algo copado, tipo un gameboy, y haga muy feliz a otra niña necesitada de entretenimiento.

Recibiremos sus condolencias en los comentarios. (Porque era mucho más triste decirlo en singular).

martes, 16 de febrero de 2010

La corta vida del profesor Leigh

“Faaab!”

Decía todo el tiempo mi profesor de fotografía en Londres.

El primer día me pareció interesante, casi me gustó. El segundo ya no. El tercero lo odiaba, lo quería matar. El cuarto dejó de existir.

lunes, 15 de febrero de 2010

Finish Line

El temita de estudiar para terminar esto que hemos (ha, la sociedad en realidad) decidido llamar carrera, me obliga a tontear y, por ende, reflexionar… Y el hecho de que se llame carrera… los cross countries del colegio siempre me resultaron ridículos, nunca tuve ni tendré espíritu competitivo: me chupás un huevo vos, lo rápido que corrés, la nota que te sacás, la plata que ganás…

Ahí vamos directo a las cosas que me tienen sin cuidado y son montones, por suerte.

El otro día estaba en una fiesta; todos licenciados o hippies, y yo. Un chico me pregunta y le contesto que “terminar la facultad me tiene sin cuidado”, se horroriza un poco y se rié otro, y me pregunta qué me tiene con cuidado. La palabra “escribir” sale de mi boca y me muero de fiaca- dije la verdad. Toooodoo lo que voy a tener que explicar… Ahora me acuerdo y hago una lista mental de cosas que me tienen con cuidado: leer, escribir, ver películas, producir, ser linda y feliz. Así, en ese orden, desde lo que más depende de mí hasta lo que menos.

Dudas existenciales I

¿Alguien puede decirme qué es Barrio Norte? ¿Dónde empieza y dónde termina? ¿Qué barrios engloba? ¿Qué es este barrio que se cree más barrio que muchos otros barrios, como decir… Palermo (en todas sus versiones)?

Por favor alguien que me explique todo esto.

Igual, yo propongo que lo erradiquemos. Por lo menos el nombre. Todo suena menos tentador en Barrio Norte: Una peluquería, un novio “salgo con un chico de Barrio Norte”….. (puaj, no salgas más, Salí con uno de Vicente López, Belgrano, Chacarita alguno que se la banque, loco!), “Permuto un 3 ambientes en Barrio Norte por un 2 ambientes en cualquier otro barrio. Que exista por lo pronto…”

Además, ¿al Norte de qué?