Era un viernes de febrero. Yo tenía puesto un vestido azul con tachas y espalda descubierta y zapatos Pucci. Ceci tenía un vestidito blanco y negro y botas. Charlábamos animadamente en nuestra burbuja adentro de un boliche-fiesta. De repente, se nos acerca un personaje extraño con un teléfono celular prehistórico en la mano:
-¿Me pueden ayudar a prenderlo? ¿Saben cómo se prende esto? ….
Y su historia seguía pero no escuche más, seguíamos en la nuestra. El insistía. Lo miré bien: llevaba zapatos negros, medio en punta, y pantalón negro con raya mafia -todo nuevo pero berreta, con ese brillo típico del poliéster; arriba, una remera negra devenida en musculosa y con un agujero que hacía de ventana para su tatuaje, una letra china; las uñas pintadas de negro, igual que los ojos, y un sombrero.
Até cabos.
-Vos sos del libro; todo esto lo sacaste del libro
-¿El libro? ¿Qué libro?
-Dale, yo lo leí, ya fue..
-¿Qué libro? ¡¡Yo no soy de ningún libro!!
-El de los manuales de seducción, The Game. Vos sos de las esculas esas de seducción
-No, no. ¿Qué escuelas?
-Sí. Es más, vos sos un wannabe Mistery. Dale, en serio, leí el libro.
-¿En serio lo leíste? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿De dónde lo sacaste?
¡Ufff! ¡¡¡Años esperé este momento!!!
-Sí, lo leí apenas salió. Muy divertido, además me tentó la tapa, que fuera como una Biblia.
-¡Wow! ¡¿¡Noooo, no lo puedo creer que lo leíste!?! ¡¡Qué grosa!! ¡Chicos, vengan! ¡¡Ella leyó el libro!!
Ya estaba claro que yo era totalmente inmune a sus chamuyos y estrategias de manual.
De repente, un grupo de inadaptados sociales lookeados formaron un circulo alredor mío y de Ceci, que entendía menos que todos ellos juntos. Uno tenía un pantalón gris a cuadros, una chomba blanca, una boina a tono y un collar con una bola de espejos. Había altos y petizos, y en los ojos de algunos, odio hacía mi raza. Todos, muy emocionados; no podían creer; yo tampoco. Me llenaban de preguntas, querían fotos. Claramente, era la primera vez. Yo no podía creer tampoco. Me negué rotundamente a las fotos -no soy el Diego- pero contesté algunas preguntas. De repente, era una celebrity.
-Lo compró mi papá y, bueno, me tentó y lo leí
-Mmmm. ¿Y tu papá, qué onda?
-No, no, mi papá ninguna onda.
-Pero si lo compró… Mmm
-No, no, mi papá ninguna onda.
-Mmmm…
Loser inadaptado misógino.
El juego de paparazzis y celebrity se extendió más de lo que me hubiera gustado.
Salí afuera un segundo con el primero, el líder del grupo. Seguía hablándome raro con ese acento fingido, entre español y neutro. Le pedí que me hablara castellano. Se hizo el boludo al principio, pero después accedió. Charlamos un poco -creo que sinceramente. Resultó ser el profesor, dando una clase. Y yo se la había arruinado. Me pidió por favor, casi de rodillas, que no dijiera nada.
-¡Claro! Es cierto, ¡yo te escuché en la radio!
Hizo señas para me callara y lo hice. Me contó que esto sólo le había una pasado una vez antes, en New York, con una que término siendo su novia por dos años. Me pregunté si eso era parte del chamuyo y cómo sería ser la novia de un maestro de seducción -pros y contras.
Al final, le pregunté si funcionaba realmente .
- Seeeh, obvio, 100%, todas las veces.
Típico de vendedor, sólo le creí un 40%. Al rato, se me acercó otro, el más normal del grupo, vestido de civil y todo. Se acercó como se acerca alguien a decir una verdad: despacio, sumiso, sincero.
-Yo, en realidad, sólo vine a acompañar a mi hermano. Yo no creo mucho en todo esto.
-¿Vos pensás que funciona? ¿Qué resultados ves?
- Sí, funcionar, a ellos les funciona, pero con minas, medio, viste…
- ¿Con gatos?
-Ja, bueno, sí, eso.
- ¿Y ellos qué onda? Me dan medio misógino.
-Y sí, un poco, viste, muchos están un poco golpeados.
En frente nuestro, un grupo practicaba una de las rutinas con un grupo de chicas, jugando a sacarse fotos. Así los vi el resto de la noche y, cada tanto, un “Alexiaaa” de acá o de allá, a los que nunca respondí porque me llamo Camila.
-¿Me pueden ayudar a prenderlo? ¿Saben cómo se prende esto? ….
Y su historia seguía pero no escuche más, seguíamos en la nuestra. El insistía. Lo miré bien: llevaba zapatos negros, medio en punta, y pantalón negro con raya mafia -todo nuevo pero berreta, con ese brillo típico del poliéster; arriba, una remera negra devenida en musculosa y con un agujero que hacía de ventana para su tatuaje, una letra china; las uñas pintadas de negro, igual que los ojos, y un sombrero.
Até cabos.
-Vos sos del libro; todo esto lo sacaste del libro
-¿El libro? ¿Qué libro?
-Dale, yo lo leí, ya fue..
-¿Qué libro? ¡¡Yo no soy de ningún libro!!
-El de los manuales de seducción, The Game. Vos sos de las esculas esas de seducción
-No, no. ¿Qué escuelas?
-Sí. Es más, vos sos un wannabe Mistery. Dale, en serio, leí el libro.
-¿En serio lo leíste? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿De dónde lo sacaste?
¡Ufff! ¡¡¡Años esperé este momento!!!
-Sí, lo leí apenas salió. Muy divertido, además me tentó la tapa, que fuera como una Biblia.
-¡Wow! ¡¿¡Noooo, no lo puedo creer que lo leíste!?! ¡¡Qué grosa!! ¡Chicos, vengan! ¡¡Ella leyó el libro!!
Ya estaba claro que yo era totalmente inmune a sus chamuyos y estrategias de manual.
De repente, un grupo de inadaptados sociales lookeados formaron un circulo alredor mío y de Ceci, que entendía menos que todos ellos juntos. Uno tenía un pantalón gris a cuadros, una chomba blanca, una boina a tono y un collar con una bola de espejos. Había altos y petizos, y en los ojos de algunos, odio hacía mi raza. Todos, muy emocionados; no podían creer; yo tampoco. Me llenaban de preguntas, querían fotos. Claramente, era la primera vez. Yo no podía creer tampoco. Me negué rotundamente a las fotos -no soy el Diego- pero contesté algunas preguntas. De repente, era una celebrity.
-Lo compró mi papá y, bueno, me tentó y lo leí
-Mmmm. ¿Y tu papá, qué onda?
-No, no, mi papá ninguna onda.
-Pero si lo compró… Mmm
-No, no, mi papá ninguna onda.
-Mmmm…
Loser inadaptado misógino.
El juego de paparazzis y celebrity se extendió más de lo que me hubiera gustado.
Salí afuera un segundo con el primero, el líder del grupo. Seguía hablándome raro con ese acento fingido, entre español y neutro. Le pedí que me hablara castellano. Se hizo el boludo al principio, pero después accedió. Charlamos un poco -creo que sinceramente. Resultó ser el profesor, dando una clase. Y yo se la había arruinado. Me pidió por favor, casi de rodillas, que no dijiera nada.
-¡Claro! Es cierto, ¡yo te escuché en la radio!
Hizo señas para me callara y lo hice. Me contó que esto sólo le había una pasado una vez antes, en New York, con una que término siendo su novia por dos años. Me pregunté si eso era parte del chamuyo y cómo sería ser la novia de un maestro de seducción -pros y contras.
Al final, le pregunté si funcionaba realmente .
- Seeeh, obvio, 100%, todas las veces.
Típico de vendedor, sólo le creí un 40%. Al rato, se me acercó otro, el más normal del grupo, vestido de civil y todo. Se acercó como se acerca alguien a decir una verdad: despacio, sumiso, sincero.
-Yo, en realidad, sólo vine a acompañar a mi hermano. Yo no creo mucho en todo esto.
-¿Vos pensás que funciona? ¿Qué resultados ves?
- Sí, funcionar, a ellos les funciona, pero con minas, medio, viste…
- ¿Con gatos?
-Ja, bueno, sí, eso.
- ¿Y ellos qué onda? Me dan medio misógino.
-Y sí, un poco, viste, muchos están un poco golpeados.
En frente nuestro, un grupo practicaba una de las rutinas con un grupo de chicas, jugando a sacarse fotos. Así los vi el resto de la noche y, cada tanto, un “Alexiaaa” de acá o de allá, a los que nunca respondí porque me llamo Camila.