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martes, 26 de abril de 2011

Say hello to my little friend… Meet Lucy

For my own personal Peter Parker.

Es difícil definir a Lucy ya que es un mar de contradicciones. Por ejemplo ella es -al mismo tiempo- secretaria del mítico Dr. Siri y coordinadora de cierta área de cierta empresa ligada al marketing. De todos modos, Lucy prefiere trabajar sola. En su casa disfruta de la fiel compañía de su gatito Joe Savage.

Lucy usa anteojos. Tiene varios modelos, pero los prefiere puntiagudos y con brillitos en las puntas, le gustan los brillos qué se le va a hacer. Sus colores preferidos son el amarillo, el rosa, y el turquesa verde agua (el de las cajas de Tiffany’s, pero ella jamás aceptaría esto porque no puede exponerse que la tilden de pretenciosa). Siempre lleva las uñas (de pies y manos perfectamente esmaltadas), nunca se saca sus zapatos de taco alto (ella les dice así “zapatos de taco alto”), pencil skirts, cardigans de cuello redondo apretados; a veces, si se siente particularmente sensual, los usa sin NADA abajo, ni corpiño se pone. Esta es otra de las dualidades de Lucy, que puede ser osada o calculadora según la ocasión o su estado de ánimo lo requieran.

Para estar en casa, Lucy prefiere las batas y camisones de seda. Nunca se permite estar, como lo pone ella: “hecha una chiruza cualunque”, ya que es consciente de que una catástrofe puede pasar en cualquier momento y, si tuviera que salir de su casa en una emergencia, prefería hacerlo subida a sus pantuflas con pompones, que también tienen un poco de taco. No es para menos ya que Lucy es muy precavida y no soportaría ser vista en público con aspecto dejado. Ni siquiera en un terremoto o incendio y como Lucy no tiene del todo claras las probabilidades de que estas cosas sucedan en su ciudad y/o ataquen su edificio prefiere no correr riesgos.

Lucy aborrece a sus compañeros de trabajo. A todos. Bueno, a uno lo aborrece menos, pero sólo apenitas menos y en contadas ocasiones.

Lucy llegó de viaje hoy y vió que compañera culona, de menor jerarquía y antigüedad en la empresa había usurpado su escritorio y silla (buenos, mejores que los de Culona). Lucy quiso asesinar a Culona cuando vió que ésta no le daba otra opción que usar *su* escritorio, no pensaba devolver a Lucy el que le pertenece. “Desubicada. Te mataría”, pensó Lucy con la frialdad con la que suele pensar cosas durante las primeras horas del día.

Pero Lucy no sólo es de armas tomar, sino que tiene una capacidad de reacción admirable, por lo que recordó que Jefe Bueno estaba de viaje y podía entonces tomar su silla (que también es de las buenas). La espalda endeble de Lucy jamás hubiera sobrevivido a la silla de plástico berreta que le toca a Culona.

Culona habla por teléfono al lado de Lucy, que aprovecha para abrir MUY ruidosamente -lo más ruidosamente posible- su paquete de galletitas de avena, las mismas que la harán sentir horriblemente culpable horas más tarde. Lucy es muy dada a la culpa, ese mal judeocristiano la persigue por más atea que sea ella.

Lucy se levanta de su silla para servirse un té, el sweatercito muy coqueteo que eligió para hoy no la abriga suficiente. “Coqueto” y “pituco” son algunas de las palabras que usa Lucy para describir sus atuendos. Antes Lucy hubiera ofrecido té a sus compañeros de trabajo, pero el odio y el desprecio la han endurecido más de lo que le gustaría.

Al servirse té Lucy se quemó el dedo índice de la mano izquierda con agua hirviendo. Pensó: “karma must really be some very bitchy pussycat, or one of my coworkers.” También pensó que si Compañera Mala-Fea-Mala seguía bufando, iba a tener que tomar cartas en el asunto y poner Britney Spears a todo volumen (sin auriculares, obviamente). A veces, la línea de pensamiento de Lucy sólo tiene sentido dentro de su pequeño Universo mental.