viernes, 19 de febrero de 2010

F is for flawless

Dado que ni loca les cuento el Plan A (The Masterplan, diría Liam) ni el Plan B, hablemos del Plan F. El Plan F es al que recurrís cuando todos los demás fallan; es la última carta para una vida más o menos digna. Mis planes A, B e incluso el C han cambiado intermitentemente, pero hace ya cinco años que elaboré el Plan F más perfecto y, desde entonces, jamás le cambié ni un detalle.

El Plan F es más o menos así:

Me tiño el pelo de pelirrojo -ese pelirrojo de la tele, medio bordeaux. Vuelvo a tomar clases de teatro, pero no voy a lo de la mina re-copada que iba antes, de donde salían los actorcitos del momento. Esta vez me anoto con el llorón de Julio Chávez, al que siempre le escapé. (Me re-molesta la gente que se hace la seria y solemne cuando habla de Julio Cháez -así lo pronuncian ellos). Para mí, es un melodrámatico terrible. Pero, bueno, ahora me toca con él; es parte del plan. Tomo clases ahí y me presento a audiciones varias para novelas de la tarde. Sabemos que puedo ser una mala muy convincente y, si no pasaron muchos años, también me sale fantástica la Lolita atormentada. Así engancho uno o dos papeles en el prime-time de las tres de la tarde, sólo apto para amas de casa con carilinas a mano. Me luzco a full con mi pelo “caoba” (quién te dice hasta logro que me patrocine una marca de tintura como currito extra).

Mientras tanto, me dedico a conquistar a un médico, atractivo pero bastante mayor que yo -no tan mayor que lo tenga que cuidar, pero mayor que le divierta sentir que se está comiendo una “pendeja” (si estamos en el Plan F, ya no soy tan pendeja, pero Doc cree que sí). Nos queremos lo suficiente; Doc se entusiasma y me pide casamiento; acepto sin dudarlo. Me retiro de la televisión y me convierto en ama de casa perfecta para Doc. Esto dura alrededor de un año. Para nuestro primer aniversario, le pido a Doc un gato persa, que sí o sí tiene que ser blanco. Le pongo Tracy Lord; me encanta la idea de tener un gato persa para que me opaque en maldad y no puede llamarse de otra forma que no sea Tracy Lord, tal vez Wednesday Adams, pero creo que vamos con Tracy. Ahí caigo “enferma” y paso el resto de mis días en cama, enfundada en paquetísimos camisones de seda, acariciando a Tracy. Con la ayuda de dosis diarias de morfina (cortesía de Doc, que, a esta altura, ya se aburrió un poco y quiere hacer su vida), así transcurren mis días finales: en cama, mirando televisión y viendo películas con mi gato peludo, mientras me visitan amigas y ex novios, tomando té, muriendo de a poco (cortesía de la morfina), siempre con música de fondo. Mi lecho de muerte es una nube rosa (también cortesía de la morfina).

2 comentarios:

Lupe Odese dijo...

jajajaja
simplemente, perfecto

Pablo dijo...

thumbs up